
Tras el fallecimiento del papa Francisco, salió a la luz una emotiva y curiosa anécdota protagonizada por el párroco Miguel Domínguez García, de la iglesia Nuestra Señora de la Asunción en Jalostotitlán, Jalisco. En mayo de 2020, en plena misa transmitida por redes sociales debido a la pandemia, el sacerdote recibió una llamada inesperada del Sumo Pontífice. Sorprendido, se retiró momentáneamente al confesionario para atenderla desde la sacristía. Durante la conversación, el papa Francisco preguntó por su salud y compartió palabras cercanas y afectuosas, al punto que Domínguez regresó con el teléfono en mano para que los feligreses pudieran escucharlo. “Dale mis saludos a tus feligreses”, dijo el Papa, quien además les envió su bendición.
La llamada fue respuesta a una carta enviada por el párroco, escrita en 2013, en la que expresaba su alegría por la elección del pontífice y le pedía su bendición en ocasión de su 25 aniversario sacerdotal. Especialista en teología dogmática por la Universidad Gregoriana y con trayectoria en la Conferencia del Episcopado Mexicano, Miguel Domínguez había entablado una amistad con el Papa durante su servicio como director espiritual en el Pontificio Colegio Mexicano. La llamada, que el sacerdote llegó a pensar era una extorsión por su inesperada rapidez, se convirtió en un testimonio conmovedor del vínculo pastoral que Francisco mantenía con el clero y los fieles.
